sábado, julio 26

Grandes huesos fósiles y gigantes imaginarios (1)

Por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS-UdL

Los gigantes en los mitos, en la literatura de la antigüedad y en la literatura paleontológica (1ª parte)


Introducción.

La perspectiva mítica y legendaria (1)

La creencia en gigantes fue una antiquísima herencia cultural que se mantuvo vigente en la población de Europa, hasta finales del siglo XVII, incluso entre muchas personas eruditas que participaban de los conocimientos y creencias, propios de las antiguas culturas cultas europeas y que resistió hasta mediados del siglo XIX, entre las personas que participaban de los conocimientos y creencias, propios de las modernas culturas populares. 
Este tipo de creencia fantasiosas, no fundamentadas sobre experiencias con gigantes humanos contemporáneos, aparecida hace miles de años, fue generando, durante los siglos, posteriores, multitud de narraciones míticas, infinidad de relatos extraordinarios, incontables cuentos maravillosos y centenares de leyendas populares. 
En tales narraciones aparecen como co-protagonistas o como simples personajes secundarios de la trama narrativa, unas enormes criaturas más o menos humanoides, dotadas de una talla y fuerza descomunales. En general eran unos seres más salvajes, malvados y sanguinarios que inteligentes y bondadosos, por tal motivo cuando se enfrentan con ciertos héroes humanos,  suelen ser vencidos sin mucha dificultad, per sí con mucho ingenio. 
En general, tanto en los mitos antiguos como en folclore moderno, los gigantes han tenido un papel muy destacado como enemigos de los humanos y de sus dioses.

Ilustración de Arthur Rackham para la obra de Flora Annie Steel, Cuentos ingleses de hadas, se ha representado a un gigante ladrón, saqueando el ganado a unos pobres y atemorizados aldeanos que, aterrorizados, se ocultan o huyen despavoridos ante su malvada presencia. El episodio representado pertenece al cuento popular inglés "Jack el matagigantes "
Libro editado en 1918, en Nueva York, por Macmillan Company. 

El origen de la creencia humana en humanoides de gran tamaño, que es una creencia universal e intemporal, con bastante probabilidad, debe estar relacionado con dos tipos de hechos y circunstancias particulares, muy comunes, en diversos lugares y en tiempos históricos diferentes. 

Las del primer tipo debieron ser los múltiples descubrimientos de diversos tipos construcciones, levantadas con enormes bloques de piedra, razón por la que se les denominó modernamente megalíticas (grandes piedras), tal apariencia sobrehumana debió inducir a creer que debían haber sido talladas y levantadas por gigantes, razón por la que se les denominó ciclópeas ( de cíclope).

Las del segundo tipo, debieron ser los hallazgos, casuales o intencionados, de restos óseos de muy grandes dimensiones que indujeron a creer que debieran pertenecer a seres gigantescos de tamaño sobrehumano.

Como los hallazgos de este tipo de construcciones pétreas y de restos óseos de grandes dimensiones se produjeron, a lo largo de todos los tiempos, antiguos, y en todos los continentes, no es extraño, que la mentalidad humana, primitiva o precientífica, creara unos personajes en consonancia con sus creencias y sus observaciones. 
La mitología y el folklore de casi todas las culturas, de casi todos los continentes del mundo, y de todas las épocas históricas, ha recogido y conservado muchas de aquellas primitivas concepciones sobrenaturalistas, imaginadas por personas supersticiosas para dar respuesta a preguntas inquietantes y osamentas misteriosas. Las explicaciones míticas o legendarias aparecieron de forma "natural" al intentar encontrar una explicación satisfactoria para imaginar quiénes habían podido levantar aquellas construcciones con grandísimos bloques y a quiénes pudieron haber pertenecido aquello enormes huesos. 

Ilustración de una fábula germánica. representando, en primer plano, un gigante constructor, cargando una gran  piedra.
Imagen: http://www.lernkiosk.ch/p41000638.html

La falta de conocimientos arquitectónicos, arqueológicos y paleontológicos, de los que carecían aquellas personas, con los que poder entender, racionalmente, aquellos hechos observados, en distintos lugares y en distintas ocasiones, condujo a la lógica asociación de ambos tipos de observaciones. Mediante la invención de una teoría explicativa, sencilla y global, que permitiera relacionar ambos fenómenos, las antiquísimas construcciones ciclópeas, de origen ignorado, y los grandes huesos de naturaleza desconocida. 

Las construcciones con grandes piedras, solían estar en lugares deshabitados y los habitantes de las zonas más próximas, ya habían inventado leyendas fabulosas al respecto, unos constructores de raza gigante o unos magos poderosos, protegían tesoros escondidos y contenían peligros imaginarios, etc. 

En otros lugares aparecían grandes o grandísimos huesos, unas veces enterrados y otras desenterrados, por ciertas fuerzas de la naturaleza, como eran terremotos y inundaciones violentas, más raramente aparecían al cavar los campos cultivados o al excavar el suelo para construir canales, fundamentar murallas o crear habitáculos subterráneos. Como en el caso anterior los habitantes del lugar inventaron leyendas explicativas protagonizadas por dioses,  y humanos gigantes, enfrentados a monstruos gigantescos.

La relación entre las construcciones con grandes bloques de piedra y las grandes osamentas, fue la solución ideal y definitiva para dar respuesta a la existencia de ambos elementos, las grandes piedras fueron manejadas por gigantes, cuyas osamentas enormes eran el testimonio de su existencia y viceversa. 
A partir de la forma y dimensiones de los huesos, encontrados en los diversos lugares, y de su mayor o menor semejanza con huesos humanos, fueron atribuidos a seres de aspecto, más o menos, humanoide, mientras los grandes huesos que no se asemejaban a los humanos, fueron atribuidos a seres terroríficos de aspecto monstruoso y cuando los huesos encontrados reunían ambas características,  fueron atribuidos a seres de aspecto antropo-zoomorfo.

Restos de una muralla ciclópea, existente en Ibros, población cercana a Baeza (Jaén), construidas con enormes bloques de piedra, por los íberos o celtíberos que habitaban el lugar, el siglo I a.d.C.. Esta muralla también tiene su leyenda de gigantes constructores.
Compárese el tamaño de las piedras, de la muralla, con el del vehículo todo-terreno que aparece al fondo del callejón. Fotografía de Ginés Villacarrillo. 
Imagen: http://ginescomo.blogspot.com.es/2005_11_01_archive.html

El hallazgo de restos óseos gigantescos, únicos residuos esqueléticos de los grandes animales terrestres y marinos que habían vivido en la prehistoria y que se habían conservado, fosilizados, muy raramente, consistió en esqueletos más o menos completos y articulados. Mayoritariamente, lo que se encontraba, por lo general, fueron verdaderos revoltijos de huesos, generalmente, formados por algunos huesos largos, ya fuesen de las extremidades, anteriores o posteriores, junto con parte de los costillares y algunos huesos cortos, consistentes en trozos de columna vertebral o grupos de vértebras sueltas, a veces, se encontraron algunos dientes dispersos y muy raramente, fragmentos de cráneos y trozos de mandíbula. Todo ese "rompecabezas" anatómico, en la antigüedad, resultaba imposible de ensamblar y por tanto de interpretar, lucidamente, es decir con racionalidad.
 
Dibujo moderno realizado a partir de una escultura griega, en relieve, esculpida en el muro de una construcción, en ruinas. Representando a Zeus, dios olímpico. luchando contra los gigantes, obsérvese que en dos de ellos todo su cuerpo es humano, y un tercero tiene piernas serpentiformes
Imagen:
http://mythologica.fr/grec/geant.htm

Hasta finales del siglo XVIII o principios del XIX, según el nivel de avance de la cultura de las gentes más sabias que habitaban el lugar del hallazgo, resultaba imposible, conseguir identificar, correctamente, los restos esqueléticos hallados, pues en casi todas las ocasiones que alguien se lo propuso, no disponía de suficientes conocimientos anatómicos e históricos para lograrlo. 

Para dificultar aún más la interpretación,, generalmente, se trataba de restos esqueléticos incompletos y fragmentados que pertenecían a animales prehistóricos, pertenecientes a género y especies que estaban extinguidas desde hacía muchos miles de años o, incluso, algunos millones. Esas circunstancias tan particulares determinaron que cualquier hueso encontrado, resultase desconocido y, además, totalmente incomparable con los huesos de cualquier género de animal, contemporáneo, que pudiese ser conocido época.
En la antigüedad, las "reliquias óseas" halladas,  nunca resultaban fácilmente clasificables y, muy difícilmente identificables, por lo que poderlas atribuir, con más o menos certeza, a algún género o alguna especie animal, de entre aquellas que eran conocidas en ese momento histórico, que no eran muchas, pues se viajaba a lugares no muy lejanos y muchos continentes estaban por explorar y alguno por descubrir.

Vista cenital de un yacimiento paleontológico, mostrando un revoltijo de huesos de unproboscidio prehistórico. Como éste, podría haber sido el verdadero aspecto de lo que antiguamente se creyó que era el "esqueleto, desordenado, de un gigante", dentro de su "sepulcro". Pero, en realidad, los amasijo de huesos de este tipo procedentes de diversos tipos de proboscidios fósiles, tales como mastodontesmamuts, dinoterios y elefantes “normales” y elefantes “enanos”, fueron los que más contribuyeron a generar multitud de mitos y leyendas, sobre huesos de gigantes y sepulturas de gigantes, en el folklore europeo más antiguo.
Imagen: http://img253.imageshack.us/img253/2606/skeletonyb3.jpg 

Tales condiciones, ambientales y culturales tan, extremadamente, restrictivas hicieron que casi nadie, ni siquiera los cirujanos y médicos de la antigüedad, que podían tener unos conocimientos anatómicos humanos, más o menos, buenos, pero que eran poco expertos en anatomía esquelética zoológica y, menos aún, en anatomía comparada pudieran intuir quienes eran sus verdaderos poseedores. Por ese motivo, en las diversas ocasiones en que tuvieron que certificar la naturaleza animal, sobrehumana o monstruosa de unos grandes huesos, hallados casualmente, tuvieron que basarse en la mucha o poca semejanza de los huesos hallados, con los huesos humanos y que acabaran los atribuyéndolos, sin mucho acierto, a restos óseos de auténticos gigantes de la antigüedad.

Continuará

1 comentario:

Lola dijo...

Un tema sumamente interesante y una documentación muy completa.
Francamente inmejorable.